Mientras todos se preguntan por qué, yo me pregunto ¿y por qué no?

miércoles, 2 de julio de 2014

Los pinos de San José (no a la tala)

Pues sí, un asunto curioso, desde luego. Sobre cómo las redes sociales pueden movilizar a la gente y llevar a situaciones de lo más curiosas.
Resulta que ayer por la mañana un señor de Iberdrola aparcó con su furgoneta delante de mi casa.
- ¡Buenos días!
- Buenos días tenga usted -le respondió mi abuelo; y bajó a hablar con él.
Cuando subió me vino a explicar que lo que aquel señor quería era informarnos de que van a cortar cinco o seis pinos de los que están al lado de nuestra casa, en el borde de la carretera de Alfondeguilla, a su paso por la ermita de la Sagrada Familia de La Vall d'Uxó; más concretamente, dentro del Paraje Cuevas de San José, el principal atractivo turístico del pueblo. Para quien no conozca la provincia de Castellón, diré que el Paraje se enmacarca a las puertas de la Sierra de Espadán, y que en él se encuentra el río subterráneo navegable más largo de Europa, y el segundo más largo del mundo, así como la ermita de la Sagrada Familia, patrones de La Vall d'Uxó.
Pues bien, se trata de una zona muy privilegiada por distintos motivos. En primer lugar por su valor turístico, ya que las Grutas y, con ellas, todos los restaurantes, bares, tiendas y empresas de ocio de la zona representan una importante fuente de ingresos para La Vall. Además del turismo, es una zona de importancia emotiva para la gente del pueblo, ya que en ella se celebra el día más importante de nuestras fiestas patronales de la Sagrada Familia y el Santísimo Cristo. Igualmente, se trata de una zona de una importancia ecológica de primer orden, ya que la sierra de Espadán es una zona de una belleza paisajística sin parangón y en la que la naturaleza se muestra  sin veladuras, desnuda.
La belleza salvará el mundo, dijo Dostoiewski. Yo creo que eso es cierto. O al menos la belleza debe ser una de las características de lo-que-sea-que-salve-el-mundo. Y la belleza en la naturaleza en la sierra de Espadán se muestra tan desnuda que al alma sensible, contemplativa, le resulta imposible contemplarla y no creer en Dios.
Pero bueno, no nos pongamos tan metafísicos. El caso es que llegaron los señores de Iberdrola con la gran idea de quitar esos pinos porque resultan peligrosos para el tendido eléctrico. Pero vamos a ver, caballeros; esos pinos llevan donde están -no se mueven, los pobres- más de cincuenta años, y el tendido eléctrico es el mismo desde hace... ¿yo qué sé? ¡Desde que tengo memoria desde luego, y supongo que desde antes! Y en los últimos dieciocho años nunca ha pasado nada. Así que digo yo que no serán tan peligrosos los pobres árboles. Y si lo son, probablemente el problema esté en los cables de la luz, y no en los árboles. Pero claro, debe ser mucho más caro subir los cables diez metros para arriba que cortar los árboles.
Y al final, damas y caballeros, el capitalismo tiene estas cosas: el máximo beneficio pasa siempre por encima de los árboles, de los valores éticos -y desde luego de las virtudes morales-, y, en última instancia, de las personas.
Vivimos en un sistema donde lo mejor es lo más rentable, y eso no puede ser así. Si solamente tenemos en cuenta el valor material de las cosas, su utilidad, nadie estudiaría Filosofía. Por eso está desapareciendo el Latín del sistema de enseñanza. Por eso la gente vive cada vez más rápido, sin pararse a pensar en su porqué, ¡ni siquiera en su para qué! Por eso hay tanta gente infeliz. Por eso el valor de la persona en la sociedad no se tiene en cuenta. Por eso se ningunea la familia. Por eso todo es de usar y tirar. Los cubiertos, los cepillos de dientes, las bolsas del supermercado, los matrimonios y las personas.
Así que me encendí mucho cuando supe que se iban a cargar mis pinos porque Don Iberdrola así lo había decidido. Digo mis pinos no porque sean de mi propiedad, ¡pero son de mi paisaje! De modo que pensé que algo había que hacer. Lo primero que hice fue escribir al Ayuntamiento, a la Concejalía de Urbanismo y Medio Ambiente, explicándoles la situación. A continuación escribí también a un periódico local -que, por cierto, todavía no ha contestado. ¿Eso es estar al pie de la noticia?-; y por último escribí también un WhatsApp en el que contaba muy brevemente lo que iba a ocurrir con los pinos de San José.
Pues bien, el caso es que he podido experimentar de primera mano la inmediatez del mundo en el que vivimos. Puse el WhatsApp en seis o siete grupos y en unas pocas horas ya había dado la vuelta al pueblo varias veces. Esto lo hice mientras me tomaba el café después de comer, allá a las tres de la tarde.
Fijaos hasta qué punto son inmediatas las nuevas tecnologías que a las ocho de la tarde -cinco escasas horas- el Partido Socialista, a través de la página en Facebook de una de sus miembros locales, convocaba una concentración por los pinos de San José hoy a las ocho de la tarde en la ermita de la Sagrada Familia.
Los pinos que cortarán son los del borde de la carretera
Además, esta mañana he recibido una respuesta del Ayuntamiento, que está en manos del PP, asegurándome que van a hacer todo lo posible por evitar la tala de los pinos, y que me mantendrán informado de lo que vaya ocurriendo.
Así que estoy contento, porque los dos principales partidos han tomado ya cartas en el asunto. Lo malo es que probablemente ahora se dediquen a hacer política barata con esto. Pero bueno, a mí lo que me preocupa es salvar los pinos, así que espero que se consiga finalmente.
Lo curioso del asunto es que los medios de comunicación locales todavía no se han pronunciado al respecto. ¿Dónde han quedado esas escenas tipo The newsroom donde los periodistas están matándose por averiguar si la noticia es verdadera y darla antes que nadie? En fin, ya se ve que el WhatsApp funciona mucho más rápido que cualquier redacción de periódico.
Así que nada, deseo con todas mis fuerzas que al final salgamos bien parados de todo esto y que no nos corten los pinos, que son una pérdida para todo el mundo.

¿Y por qué no paramos la tala?

jueves, 19 de junio de 2014

¿Viva el Rey?

De un tiempo a esta parte (o sea, desde la abdicación del rey Juan Carlos) se ha escuchado varias veces un grito que, en mi vida, había escuchado antes una o ninguna vez: ¡Viva el Rey!
El hecho de la sucesión monárquica parece haber despertado entre los españoles un sentimiento nacional casi casi tan arraigado como cuando ganamos el mundial. Madrid exhibe prácticamente tantas banderas españolas como en aquel verano de 2010.
Así que algo positivo hemos sacado, al menos de momento. Pero, ¿quién es Felipe VI? ¿Cuál es su idea de la España de la que va a reinar desde hoy? Pues nos lo ha mostrado en su discurso de presentación. Ha tocado muchos temas y desde un enfoque muy políticamente correcto y sin mojarse demasiado: la monarquía parlamentaria, la lucha antiterrorista, la crisis, la unidad nacional, la globalización  y nuestras relaciones internacionales.
Su discurso ha sido interrumpido varias veces cuando ha hablado de su padre, el rey Juan Carlos, y de su madre, Doña Sofía, con aplausos emocionados. También ha habido aplausos cuando el Rey ha hecho una referencia a la Princesa de Asturias y ella ha sonreído más mona que mona.
Esta mañana he escuchado a Federico Jiménez Losantos diciendo que la monarquía es un hecho estético, y quizá es cierto. Y en este sentido, el cambio es muy positivo para la imagen de la monarquía. Cambiar un anciano achacoso mil veces operado, cazador de elefantes y con amantes allende nuestras fronteras por una familia feliz de anuncio de coches familiares me parece un avance en este aspecto.
Unos reyes jóvenes y una princesa que, junto con su hermana, muestra una cara alegre y sonriente son un escaparate estupendo para la monarquía. Un hecho estético cuya finalidad es cohesionar a todos los españoles. Hasta aquí, todo bien.
Así, pues, ¿qué ha dicho Don Felipe? Su Majestad ha empezado haciendo una retrospectiva de la Historia moderna de España. Ha reconocido la importancia de las Cortes como depositarias de la soberanía nacional y como eje vertebrador del sistema democrático que su padre ayudó a construir en España. Don Juan Carlos ha sido especialmente recordado en el discurso del Rey, que ha señalado también su trabajo a favor de la reconciliación de los españoles y de la aceptación de la pluralidad de España.
La monarquía parlamentaria, como hemos dicho antes, ha sido el primer tema que ha tratado Don Felipe. Ha señalado que él es un “rey constitucional”, y que como tal respetará la Constitución, la soberanía nacional, la unidad de España y la separación de los poderes del Estado.

También ha entrado en un tema espinoso al afirmar que para alcanzar la autoridad moral que se espera del Rey, debe tener una “conducta íntegra”, algo que está siendo muy puesto en duda desde los casos de corrupción que salpican a su familia con el caso Nóos.
Es verdad que, desde hoy, Iñaki Urdangarín no forma parte de la Casa Real –es decir, que no recibirá ninguna asignación económica de los fondos públicos- sino que será simplemente parte de la familia del Rey.
Ésta es también una oportunidad para la Casa Real de pasar página y tratar de renovarse… o morir, porque no le quedan muchas más opciones. De todos modos, parece que Felipe VI está dispuesto a luchar por una renovación de la Corona que, como ha dicho esta mañana, debe ser cercana a los ciudadanos.
Después, el Rey ha hablado de la lucha antiterrorista, mostrando su apoyo a las víctimas del terrorismo de ETA. Esto ha sido una constante en el discurso político de los últimos años en España, porque parece ser una de las pocas cosas en la que todos los españoles estamos de acuerdo. Sin embargo, últimamente el terrorismo no es una de las tres principales preocupaciones de los ciudadanos, según el CIS, así que colocarlo en segundo lugar en su discurso no parece una decisión muy acertada. De todos modos, no le ha dedicado mucho tiempo a este asunto, y tampoco puede pasarse por alto algo que durante tanto tiempo ha hecho tanto daño a nuestra nación.
La crisis ha dado pie a Su Majestad a hablar de la necesidad de aumentar el empleo juvenil. Muy de acuerdo con el Rey, aunque, indudablemente, casi un 50% de desempleo juvenil merece algo más de preocupación por parte de las instituciones… pero bueno, se agradece el gesto. Ha transmitido un mensaje de esperanza que, por otra parte, suena en la calle un tanto irónico y ha hablado de acrecentar el patrimonio de derechos (no se sabe muy bien cómo), revitalizar las instituciones en las que la ciudadanía ha perdido la confianza y posibilitar el acuerdo político en los asuntos que requieran este tipo de pactos de Estado.
También ha hecho referencia el Rey a la construcción de un Estado cuya base sea el ciudadano. Si me lo permite el lector, quisiera apostillar que ya vivimos en una España de base ciudadana, individual, y que ello no nos ha llevado hasta la fecha a muy buen puerto. Un Estado cuya base sea la familia, en cambio, sí que puede convertirse en un Estado fuerte, donde la educación –de la que, por cierto, también ha hablado Don Felipe- puede desarrollarse con plenitud y normalidad. Si en España no se defiende la familia, poco queda a España. O al menos eso pienso yo. Menos ciudadano y más familia.
A continuación, el Rey ha hablado de la unidad de España, aunque ha elidido ostensiblemente la cuestión catalana, a la que no ha dedicado ni una palabra –curiosa forma de defender la unidad nacional…-. Algo que me ha gustado mucho ha sido la frase de Su Majestad de que “unidad no es uniformidad”. Y es que precisamente ahí reside la grandeza de España, en su diversidad, y ese reconocimiento es, a mi entender, uno de los grandes logros de la Transición… aunque podríamos hablar largo y tendido sobre el modo en que se ha llevado a cabo dicho reconocimiento.

Siguiendo en esta misma línea, Don Felipe ha remarcado la importancia del concierto de las lenguas. Sin mojarse con la cuestión valenciana, claro. No ha habido ninguna referencia explícita al conflicto valenciano-catalán. No se ha hablado explícitamente de las lenguas de España. El Rey no ha hablado del “idioma valenciano”, como se dice en nuestro Estatuto de Autonomía, pero tampoco ha hablado de catalán, ni de euskera, ni de gallego… simplemente ha hablado de forma genérica de “las lenguas de España”.
Sin embargo, y a modo de ejemplificación, sí que ha citado el Rey a Antonio Machado (castellano él), a Salvador Espriu (catalán), Gabriel Aresti (vasco) y a Alfonso Castelao (gallego). Al menos yo he echado en falta un Teodor Llorente, y supongo que otros valencianos de bien habrán pensando lo mismo que yo.
Pero esta, señores, es la triste historia del Reino de Valencia. Ya lo dijo el conde-duque de Olivares: “Con los valencianos haré lo que yo quiera, con los aragoneses lo que podré, con los catalanes lo que ellos quieran”. Tampoco habrán reparado muchos valencianos en que el 19 de junio de 1707 Felipe V quemaba la ciudad de Játiva como represalia contra sus ciudadanos –hoy en día su retrato todavía cuelga boca abajo en el Ayuntamiento de dicho municipio- y que hoy, 207 años después, el 19 de junio de 2014, Felipe VI ha vuelto a ningunear a los valencianos, como ya hace siglos que es costumbre.
Pero en fin, por lo demás, parece que la unidad nacional es un tema que preocupa al Rey, y así lo ha hecho constar con un discurso muy aséptico al respecto ante las dos Cámaras. Claro que si no le preocupa al Rey la unidad nacional, usted me dirá…
El siguiente tema tratado por Don Felipe ha sido la globalización. El Rey ha hablado de “situar a España en el siglo XXI”, que es un tiempo lleno de “profundas transformaciones” que se desarrollan muy rápidamente. Me ha parecido muy acertada la expresión “mirar más allá” que ha utilizado Su Majestad y que remite al lema que figura en el escudo de España: plus ultra. Antiguamente, en el escudo se podía leer non plus ultra (no más allá), lo cual venía a significar que más allá de Finisterre no había nada, que España era la última tierra antes del fin del mundo…
Sin embargo, después del glorioso descubrimiento de Colón, el lema de España cambió orgullosamente por el que todavía mantenemos: más allá. España debía ir siempre más allá de donde otras naciones habían llegado. Y durante muchos siglos así lo hicimos, y es España una de las naciones que más ha aportado a Europa y al mundo entero. En algún momento, sin embargo, nos hemos olvidado de ello y hemos empezado a creer que nuestra nación es la hija tonta de Europa y que no pintamos nada en el plano internacional. Y, de hecho, algo de eso hay…
De todas formas no deja de ser un detalle de amor patrio que al menos el Rey confíe en España y, ¿quién sabe?, quizá un nuevo sentimiento patriótico en pro de la regeneración nacional vuelva a llevarnos al lugar que la Historia nos dio un día. Pero eso son solo especulaciones.
Por lo demás, un discurso muy empresarial en este aspecto. Ha hablado Don Felipe de impulsar la tecnología, la innovación, la emprendeduría, la investigación, el desarrollo, el progreso y la modernización como motores de la creación de empleo. Como en el caso del empleo juvenil, no deja de ser gracioso que se nos llene la boca con estos términos tan modernos y tan superguachichulis cuando España es el tercer país europeo que menos invertía en I+D en 2010… pero bueno, que no pasa nada, oye. Un mensaje positivo es un mensaje positivo, que va a quedar muy bien en las portadas de los periódicos y que mañana va a seguir todo igual.
En este apartado el Rey también ha metido –un poco con calzador- el medio ambiente, los valores éticos –que brillan por su ausencia- y los derechos de la mujer. Preocupaciones muy nobles, desde luego. Sin embargo, España ya es el país más verde de Europa en lo que se refiere a políticas estatales… ¡incluso demasiado! Ya no tenemos centrales nucleares y somos los que subvencionan más energías renovables. A pesar de todo, hay una brecha entre la actuación política y la conciencia ciudadana. Aunque nos encanta fardar de energías renovables y de molinillos de viento por toda la Meseta –extraño cultivo del secano español- nuestras ciudades no ven las bicicletas ni por asomo (salvo nuestro querido BICICAS) y desde luego no somos amantes del transporte público. El CO2 es el producto más típico de todas las urbes hispanas, y nuestras fábricas prefieren pagar las sanciones a adaptar sus tecnologías a las exigencias de la ley medioambiental –vea usted, cosas del capitalismo…-. Pero oiga, ¡que el tinglao este del medio ambiente –término, por cierto, tautológico- nos viene muy bien para ciertas corruptelas, que ésas sí que gustan en España!
Y los derechos de la mujer… pues yo creo que están bastante desarrollados en España. Soy el primero que los defiende, y el primero al que le cae la cara de vergüenza ante los distintos casos de violencia de género que se ven en nuestro país y que, gracias a Dios, son cada vez menos. Así que me parece muy bien que el Rey hable de ello, sin que sea, en cambio, una cuestión de primer orden en la política nacional, dado que ya lo tenemos bien asimilado y a nadie en este país se le ocurre ya pensar que una mujer valga menos que un hombre. De hecho, la experiencia nos va demostrando que quizá sean ellas más válidas que nosotros…
También podríamos hablar durante horas de todo el asunto de los derechos de la mujer, la igualdad, el feminismo, la ideología de género y otras muchas cosas que, a lo largo de estos años, han ido conformando buena parte del ideario moderno nacional. Como en todo, se ha aprovechado la lícita reivindicación de la dignidad de la mujer para encontrar nuevos chollos de negocio (empezando por el zapateril Ministerio de Igualdad) e incluso para reclamar atrocidades tan salvajes como el aborto.
Sea como fuere, el Rey no ha profundizado en este tema, de modo que tampoco voy a hacerlo yo, al menos de momento.
El último punto que ha tratado el Rey han sido las relaciones internacionales de España. El discurso aquí era completamente previsible y ha seguido la línea que todo el mundo esperaba y que ya viene heredada del reinado de Don Juan Carlos: Europa, Hispanoamérica y los países árabes.

Don Felipe ha hablado de la integración en Europa y la necesidad de crear una Unión Europea fuerte, dentro de la que España debe jugar un rol importante. También ha destacado el papel de nuestra nación como puente entre Europa e Iberoamérica y nuestros lazos de unión históricos, culturales, lingüísticos y económicos. Esta posición estratégica a medio camino entre Europa y América le confiere a España un papel fundamental en la política internacional y debemos saber aprovecharlo. Seguramente no lleguemos nunca a una relación con los países hispanoamericanos al estilo de la Commonwealth, aunque sería muy deseable, pero de todos modos es crucial que sigamos estrechando lazos con nuestros hermanos americanos.
Por último, España ha sido siempre un puente también entre Europa y África –cosa que, por cierto, no he entendido nunca, pero es un hecho constatable-. ¡Cuántas veces hemos visto a Don Juan Carlos en compañía de su amigacho el rey de Marruecos! De hecho, una de las primeras visitas oficiales de Don Felipe está prevista para este mismo país.
Para terminar su discurso, Su Majestad ha reafirmado su amor por España y le ha pedido a ésta fidelidad a la Corona. Tengo que reconocer que el final ha sido magnífico. El Rey ha citado a Cervantes: “no es un hombre más que otro si no hace más que otro”. Simplemente fantástico. Esperemos que sepa estar a la altura que él mismo se ha impuesto y hacerse valedor de la más alta magistratura, que ya desde hoy le corresponde.

Ha terminado de nuevo con una referencia a esa España una, aunque no uniforme, despidiéndose con un: “muchas gracias, moltes gràcies, eskerrik asko, moitas grazas”.

martes, 17 de junio de 2014

Cuídate de la República...

¡CUÍDATE, ESPAÑA...!

¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…

César Vallejo

Este poema de César Vallejo (que murió en 1938) se presenta hoy sorprendentemente actual. El poeta peruano ya avisaba en aquél entonces del peligro que entrañaba la II República para España, y, desde luego no iba desencaminado.
Con la abdicación de Don Juan Carlos y la próxima proclamación de Felipe VI como rey de España se ha abierto -por mucho que los medios quieran esconderlo- el desgarrador debate: ¿monarquía o república?
Si España fuera un país europeo, yo me confesaría inexorablemente republicano. Una república me parece un sistema infinitamente más justo que una monarquía por derechos de sangre.
Sin embargo, España ha sido siempre un país sui generis. Aunque Europa debe buena parte de su esencia a la hispanidad, España siempre ha mirado las tendencias europeas como algo más ajeno que propio, y ha tratado de españolizarlo todo: desde los estilos arquitectónicos como el románico -español de pura raza- hasta movimientos literarios como el Modernismo, la expresión más hispana de un sentimiento europeo.
Y como todas las otras cosas de Europa, el concepto de república es distinto en España. Cuando en España se habla de República, no se habla de un sistema por el cual el Jefe del Estado es elegido democráticamente. O al menos no solamente eso. Cuando en España hablamos de República hablamos de banderas tricolores, de anticlericalismo, de revolución, de federalismo, de marxismo... es decir, cuando en España se habla de República, se habla de la Segunda República, una de las etapas más sangrientas y ominosas de nuestra historia colectiva.
Así, pues, si me preguntan, ¿derecho de sangre o democracia? Sin duda elijo la democracia. Democracia, sí, pero también rojigualda, y tradición histórica, y europeidad (lo cual no significa necesariamente unioneuropeismo), y doctrina social de la Iglesia, que es lo que necesita este país para superar las cruentas desigualdades y el dolor que provocan el liberalismo salvaje y cruel que convierte -como el marxismo- al hombre en un engranaje más de un sistema llamado Estado.
Por lo tanto, ¿monarquía o república? Yo abogo por la monarquía electiva, que me parece una forma elegante de españolizar el concepto de república sin sovietizarlo. Elijamos a nuestro Jefe del Estado, pero éste no tiene por qué dejar de ser un Rey. Simplemente elijamos un Rey. Mi diréis que eso es una república. En efecto, sin ninguna duda... pero España es tan guay que para hablar de República -entendiendo república como lo entiende todo el mundo- hay que cambiarle el nombre. Si no, mire usted por dónde, nos confundimos. Además, no me negarán ustedes que la estética de un rey siempre es más elegante que la de un presidente... aunque al fin y al cabo es lo de menos.
En resumidas cuentas, ni monarquía tradicional ni república soviética. Para dirigir la España de nuestro tiempo hace falta una república europea o -¿por qué no?- una monarquía electiva, como hacían los reyes godos cuando España todavía era España.
Pero, hoy por hoy, la República sería dolorosísima para nuestra nación. Imaginad por un momento una república a la Pablo Iglesias -o sea, marxismo, ideología de género y antieuropeidad-. En este aspecto me parece que tanto el PP como el PSOE han respetado muy noblemente el pacto de 1978.
Eso sí, el debate no está cerrado. Todo lo contrario, acaba de abrirse. Prepárese Su Católica Mjestad, porque, si todavía queda en España algo del espíritu político de la verdadera política, de ese espíritu que nos llevó a la europeidad y a la Transición,
Doña Leonor no heredará la Corona de España. Como mucho, llegará a ella a través de las urnas.
¡Y viva España!

lunes, 16 de junio de 2014

De vuelta a casa

[...] pero Él dijo: "no lloréis, porque no ha muerto, sino que duerme." (Lc. 8, 52)
Treinta y siete cartuchos de tinta, seiscientos folios blancos (bueno, ya no), seis evaluaciones, no sé cuántas horas de estudio y los meses más estresantes de mi vida: en su conjunto, Segundo de Bachillerato. Eso, queridos lectores (si es que queda alguno) es lo que me ha mantenido alejado de ¿Y por qué no...?
Pero  este blog no ha muerto, solamente dormía, y me propongo ponerme al día este verano. ¿De qué vamos a hablar? Pues de lo de siempre: de la actualidad, de libros, de poesía, de pintura, si me apetece -ya veremos- puede que hablemos de música... 
Trataremos de ver la vida desde otra perspectiva, más profunda. No podemos pasar por encima de las cosas, así sin más. Hay que llegar al meollo de la vida, como dicen en El Club de los Poetas Muertos. Y empieza para mí una nueva etapa, acaso mucho más emocionante.
De momento, voy a contaros cuales son mis planes literarios para este verano. La verdad es que son un poco ambiciosos, lo reconozco, y es probable que no llegue a leerme estos ocho libros en dos meses, pero por intentarlo que no quede.
La potencia de uno, de Bryce Courtnay. Este libro me lo ha recomendado un amigo que, en materia literaria, siempre -casi siempre- acierta. Descubrir al hombre, el corazón humano, es el argumento que me ha dado... ya veremos qué tal.
La voz a ti debida, de Pedro Salinas. Un clásico de la Edad de Plata de las letras españolas. Este año me ha dado por leer mucha poesía, y la verdad es que estoy descubriendo cantidad de cosas interesantísimas, así que voy a seguir profundizando en estos caminos.
El idiota, de Fedor Dostoiewski. ¿Por qué Dostoiewski? Bueno, ¿y por qué no? Al fin y al cabo este es el sentido de existir de este blog. Me apetecía leer a Dostoiewski... y si la experiencia es buena, creo que seguiré con Tolstói... 
La Rebelión de las Masas, de Ortega y Gasset. Me gustaría participar este verano en las Jornadas Humanísticas, y el grupo de Filosofía y Pensamiento va a trabajar sobre este texto y otro de Platón (la Apología de Sócrates) para tratar de entender un poco mejor la sociedad en la que nos movemos. Si finalmente voy a las Jornadas, esto que llevo adelantado, y si no voy, leer a un filósofo siempre lo hace a uno crecer hacia dentro, y se trata de eso, ¿no?
Maneras de ser periodista, de Julio Camba. Este libro llevo desde el verano pasado queriéndolo leer.Y de agosto no pasa, porque en septiembre me espera la facultad de Periodismo. Uno llega tan emocionado, tan ilusionado con el Periodismo... ¿Por qué periodismo? -me preguntaron en la entrevista en la Universidad- Porque creo que tengo algo que decirle al mundo, y el periodismo me parece la mejor forma de hacerlo. Supongo que cualquier periodista se reiría de mí si leyese estas líneas, pero hasta que la vida no me demuestre lo contrario, pienso seguir creyendo que desde la columna de un periódico, o desde un micrófono de radio, o desde un plató televisivo, se puede cambiar -aunque sea un poco- el mundo en el que vivimos. Y por eso quiero leer Maneras de ser periodista, porque llegar a la facultad conociendo la opinión de un experto en el oficio es ya -creo yo- un gran adelanto.
Corazón de tinta, de Cornelia Funke. Uno de los libros que han marcado mi paso de la infancia a ese no sé qué que llaman adolescencia, y que no sé si ya he pasado, o si sigo inmerso en ella. La cuestión es que es una historia fantástica -cuando digo fantástica quiero decir de dragones y castillos y princesas- fantásticamente narrada que, además, es una metáfora preciosa sobre la literatura. Y quiero volvérmelo a leer antes de ser universitario. Punto.
Es cielo y es azul y Curso superior de ignorancia son los dos poemarios más conocidos de Miguel d'Ors, uno de los grandes poetas contemporáneos... o al menos eso me parece a mí. Me gusta mucho su estilo, su forma de ver la vida. Habla de la relación del hombre con Dios, con lo creado -y de entre todo lo creado, con la mujer amada con especial entusiasmo- y también con uno mismo. Muestra un conocimiento profundo del ser humano, y a mí me encanta. Lejos de mitificar la vida, descubre la belleza inefable de las cosas más cotidianas, y le facilita a uno sobremanera aquello de vivir con entusiasmo su vida ordinaria.
Y estos, amigos, son los títulos que pienso dar de comer a mi espíritu este verano. Creo que es una selección bastante acertada, pero eso ya se verá. Por lo demás, estos días espero poder compartir con vosotros varias cosas que se me han ido quedando en el tintero todo el curso. Y con esto y un bizcocho, ¡hasta mañana a las ocho!

domingo, 16 de febrero de 2014

Un poema

Cuando solamente conoces a tu abuelo por la poesía que dejó escrita, sabes, quizá, lo más importante, pero no conoces mil detalles que te da la impresión de que te han robado. Aquí os dejo un poema para recordar a mi abuelo, Leopoldo Peñarroja Centelles, al que nunca conocí en persona, sino solo a través de su poesía.


EN EL DESPAIG DE D.LEOPOLDO PEÑARROJA
in memoriam
I en el despaig ve una fina
tremolor en el silenci
i pareix que en la cadira
encara estigues assentat.
És estrany que la poesia
siga la forma en que et conec
i al mateix temps em fascina
poder-te en ella descobrir.
De tota la que hi havia
quina música t'agrada?
Quina roba el dia a dia
acostumaves a vestir?
T'agrada la rosa o la lila?
Dis-me, com és la teua veu?
Quina la teua camisa?
Com va ser el teu adeu?
Yo he estat en la teua ànima
pel misteri intemporal
d'aquella paraula humida
que deixares sobre el paper.
Casi res sé de ta vida
pero sí del teu amor
a esta mar nostra, polida,
lluenta i nua de Llevant;
a esta terra que és la nina
tant dels teus com dels meus ulls;
a esta chica que és fadrina
i que vull en tot el cor.
Com el vol d'una gavina
cauen a la mar paraules
que m'has dit en confidència
a lo més fondo de mi.
Lo que no té en el món mida
i que tu m'has explicat
és l'amor que Deu porfia
tindre-li a la humanitat.
Tu m'has dit com te dolia
vore en la creu a Jesús
i que a tu t'agradaria
hòstia morena junt ad ell
ser hui i sempre, sense tria
del teu temps ni del teu ser.
Yo també vull, aixina
amar a Crist, donar-li
lo que tinc i que Ell me fia
per a fer un millor lloc
d'este món que es precipita
al clot de lo relatiu.
Yo vull fer en esta vida
honra al meu llinage
i donar a Deu glòria,
honor, incens i lloança.
Quin testament, este dia
llegues a la teua prole!
Terra, paraula, fe. Quina
vols que guarde més a dins?
Moltes gràcies per la mina
d'or o diamants que m'has deixat.
Que Deu vullga que algun dia
en el Cel nos puguen presentar.