Mientras todos se preguntan por qué, yo me pregunto ¿y por qué no?

jueves, 19 de junio de 2014

¿Viva el Rey?

De un tiempo a esta parte (o sea, desde la abdicación del rey Juan Carlos) se ha escuchado varias veces un grito que, en mi vida, había escuchado antes una o ninguna vez: ¡Viva el Rey!
El hecho de la sucesión monárquica parece haber despertado entre los españoles un sentimiento nacional casi casi tan arraigado como cuando ganamos el mundial. Madrid exhibe prácticamente tantas banderas españolas como en aquel verano de 2010.
Así que algo positivo hemos sacado, al menos de momento. Pero, ¿quién es Felipe VI? ¿Cuál es su idea de la España de la que va a reinar desde hoy? Pues nos lo ha mostrado en su discurso de presentación. Ha tocado muchos temas y desde un enfoque muy políticamente correcto y sin mojarse demasiado: la monarquía parlamentaria, la lucha antiterrorista, la crisis, la unidad nacional, la globalización  y nuestras relaciones internacionales.
Su discurso ha sido interrumpido varias veces cuando ha hablado de su padre, el rey Juan Carlos, y de su madre, Doña Sofía, con aplausos emocionados. También ha habido aplausos cuando el Rey ha hecho una referencia a la Princesa de Asturias y ella ha sonreído más mona que mona.
Esta mañana he escuchado a Federico Jiménez Losantos diciendo que la monarquía es un hecho estético, y quizá es cierto. Y en este sentido, el cambio es muy positivo para la imagen de la monarquía. Cambiar un anciano achacoso mil veces operado, cazador de elefantes y con amantes allende nuestras fronteras por una familia feliz de anuncio de coches familiares me parece un avance en este aspecto.
Unos reyes jóvenes y una princesa que, junto con su hermana, muestra una cara alegre y sonriente son un escaparate estupendo para la monarquía. Un hecho estético cuya finalidad es cohesionar a todos los españoles. Hasta aquí, todo bien.
Así, pues, ¿qué ha dicho Don Felipe? Su Majestad ha empezado haciendo una retrospectiva de la Historia moderna de España. Ha reconocido la importancia de las Cortes como depositarias de la soberanía nacional y como eje vertebrador del sistema democrático que su padre ayudó a construir en España. Don Juan Carlos ha sido especialmente recordado en el discurso del Rey, que ha señalado también su trabajo a favor de la reconciliación de los españoles y de la aceptación de la pluralidad de España.
La monarquía parlamentaria, como hemos dicho antes, ha sido el primer tema que ha tratado Don Felipe. Ha señalado que él es un “rey constitucional”, y que como tal respetará la Constitución, la soberanía nacional, la unidad de España y la separación de los poderes del Estado.

También ha entrado en un tema espinoso al afirmar que para alcanzar la autoridad moral que se espera del Rey, debe tener una “conducta íntegra”, algo que está siendo muy puesto en duda desde los casos de corrupción que salpican a su familia con el caso Nóos.
Es verdad que, desde hoy, Iñaki Urdangarín no forma parte de la Casa Real –es decir, que no recibirá ninguna asignación económica de los fondos públicos- sino que será simplemente parte de la familia del Rey.
Ésta es también una oportunidad para la Casa Real de pasar página y tratar de renovarse… o morir, porque no le quedan muchas más opciones. De todos modos, parece que Felipe VI está dispuesto a luchar por una renovación de la Corona que, como ha dicho esta mañana, debe ser cercana a los ciudadanos.
Después, el Rey ha hablado de la lucha antiterrorista, mostrando su apoyo a las víctimas del terrorismo de ETA. Esto ha sido una constante en el discurso político de los últimos años en España, porque parece ser una de las pocas cosas en la que todos los españoles estamos de acuerdo. Sin embargo, últimamente el terrorismo no es una de las tres principales preocupaciones de los ciudadanos, según el CIS, así que colocarlo en segundo lugar en su discurso no parece una decisión muy acertada. De todos modos, no le ha dedicado mucho tiempo a este asunto, y tampoco puede pasarse por alto algo que durante tanto tiempo ha hecho tanto daño a nuestra nación.
La crisis ha dado pie a Su Majestad a hablar de la necesidad de aumentar el empleo juvenil. Muy de acuerdo con el Rey, aunque, indudablemente, casi un 50% de desempleo juvenil merece algo más de preocupación por parte de las instituciones… pero bueno, se agradece el gesto. Ha transmitido un mensaje de esperanza que, por otra parte, suena en la calle un tanto irónico y ha hablado de acrecentar el patrimonio de derechos (no se sabe muy bien cómo), revitalizar las instituciones en las que la ciudadanía ha perdido la confianza y posibilitar el acuerdo político en los asuntos que requieran este tipo de pactos de Estado.
También ha hecho referencia el Rey a la construcción de un Estado cuya base sea el ciudadano. Si me lo permite el lector, quisiera apostillar que ya vivimos en una España de base ciudadana, individual, y que ello no nos ha llevado hasta la fecha a muy buen puerto. Un Estado cuya base sea la familia, en cambio, sí que puede convertirse en un Estado fuerte, donde la educación –de la que, por cierto, también ha hablado Don Felipe- puede desarrollarse con plenitud y normalidad. Si en España no se defiende la familia, poco queda a España. O al menos eso pienso yo. Menos ciudadano y más familia.
A continuación, el Rey ha hablado de la unidad de España, aunque ha elidido ostensiblemente la cuestión catalana, a la que no ha dedicado ni una palabra –curiosa forma de defender la unidad nacional…-. Algo que me ha gustado mucho ha sido la frase de Su Majestad de que “unidad no es uniformidad”. Y es que precisamente ahí reside la grandeza de España, en su diversidad, y ese reconocimiento es, a mi entender, uno de los grandes logros de la Transición… aunque podríamos hablar largo y tendido sobre el modo en que se ha llevado a cabo dicho reconocimiento.

Siguiendo en esta misma línea, Don Felipe ha remarcado la importancia del concierto de las lenguas. Sin mojarse con la cuestión valenciana, claro. No ha habido ninguna referencia explícita al conflicto valenciano-catalán. No se ha hablado explícitamente de las lenguas de España. El Rey no ha hablado del “idioma valenciano”, como se dice en nuestro Estatuto de Autonomía, pero tampoco ha hablado de catalán, ni de euskera, ni de gallego… simplemente ha hablado de forma genérica de “las lenguas de España”.
Sin embargo, y a modo de ejemplificación, sí que ha citado el Rey a Antonio Machado (castellano él), a Salvador Espriu (catalán), Gabriel Aresti (vasco) y a Alfonso Castelao (gallego). Al menos yo he echado en falta un Teodor Llorente, y supongo que otros valencianos de bien habrán pensando lo mismo que yo.
Pero esta, señores, es la triste historia del Reino de Valencia. Ya lo dijo el conde-duque de Olivares: “Con los valencianos haré lo que yo quiera, con los aragoneses lo que podré, con los catalanes lo que ellos quieran”. Tampoco habrán reparado muchos valencianos en que el 19 de junio de 1707 Felipe V quemaba la ciudad de Játiva como represalia contra sus ciudadanos –hoy en día su retrato todavía cuelga boca abajo en el Ayuntamiento de dicho municipio- y que hoy, 207 años después, el 19 de junio de 2014, Felipe VI ha vuelto a ningunear a los valencianos, como ya hace siglos que es costumbre.
Pero en fin, por lo demás, parece que la unidad nacional es un tema que preocupa al Rey, y así lo ha hecho constar con un discurso muy aséptico al respecto ante las dos Cámaras. Claro que si no le preocupa al Rey la unidad nacional, usted me dirá…
El siguiente tema tratado por Don Felipe ha sido la globalización. El Rey ha hablado de “situar a España en el siglo XXI”, que es un tiempo lleno de “profundas transformaciones” que se desarrollan muy rápidamente. Me ha parecido muy acertada la expresión “mirar más allá” que ha utilizado Su Majestad y que remite al lema que figura en el escudo de España: plus ultra. Antiguamente, en el escudo se podía leer non plus ultra (no más allá), lo cual venía a significar que más allá de Finisterre no había nada, que España era la última tierra antes del fin del mundo…
Sin embargo, después del glorioso descubrimiento de Colón, el lema de España cambió orgullosamente por el que todavía mantenemos: más allá. España debía ir siempre más allá de donde otras naciones habían llegado. Y durante muchos siglos así lo hicimos, y es España una de las naciones que más ha aportado a Europa y al mundo entero. En algún momento, sin embargo, nos hemos olvidado de ello y hemos empezado a creer que nuestra nación es la hija tonta de Europa y que no pintamos nada en el plano internacional. Y, de hecho, algo de eso hay…
De todas formas no deja de ser un detalle de amor patrio que al menos el Rey confíe en España y, ¿quién sabe?, quizá un nuevo sentimiento patriótico en pro de la regeneración nacional vuelva a llevarnos al lugar que la Historia nos dio un día. Pero eso son solo especulaciones.
Por lo demás, un discurso muy empresarial en este aspecto. Ha hablado Don Felipe de impulsar la tecnología, la innovación, la emprendeduría, la investigación, el desarrollo, el progreso y la modernización como motores de la creación de empleo. Como en el caso del empleo juvenil, no deja de ser gracioso que se nos llene la boca con estos términos tan modernos y tan superguachichulis cuando España es el tercer país europeo que menos invertía en I+D en 2010… pero bueno, que no pasa nada, oye. Un mensaje positivo es un mensaje positivo, que va a quedar muy bien en las portadas de los periódicos y que mañana va a seguir todo igual.
En este apartado el Rey también ha metido –un poco con calzador- el medio ambiente, los valores éticos –que brillan por su ausencia- y los derechos de la mujer. Preocupaciones muy nobles, desde luego. Sin embargo, España ya es el país más verde de Europa en lo que se refiere a políticas estatales… ¡incluso demasiado! Ya no tenemos centrales nucleares y somos los que subvencionan más energías renovables. A pesar de todo, hay una brecha entre la actuación política y la conciencia ciudadana. Aunque nos encanta fardar de energías renovables y de molinillos de viento por toda la Meseta –extraño cultivo del secano español- nuestras ciudades no ven las bicicletas ni por asomo (salvo nuestro querido BICICAS) y desde luego no somos amantes del transporte público. El CO2 es el producto más típico de todas las urbes hispanas, y nuestras fábricas prefieren pagar las sanciones a adaptar sus tecnologías a las exigencias de la ley medioambiental –vea usted, cosas del capitalismo…-. Pero oiga, ¡que el tinglao este del medio ambiente –término, por cierto, tautológico- nos viene muy bien para ciertas corruptelas, que ésas sí que gustan en España!
Y los derechos de la mujer… pues yo creo que están bastante desarrollados en España. Soy el primero que los defiende, y el primero al que le cae la cara de vergüenza ante los distintos casos de violencia de género que se ven en nuestro país y que, gracias a Dios, son cada vez menos. Así que me parece muy bien que el Rey hable de ello, sin que sea, en cambio, una cuestión de primer orden en la política nacional, dado que ya lo tenemos bien asimilado y a nadie en este país se le ocurre ya pensar que una mujer valga menos que un hombre. De hecho, la experiencia nos va demostrando que quizá sean ellas más válidas que nosotros…
También podríamos hablar durante horas de todo el asunto de los derechos de la mujer, la igualdad, el feminismo, la ideología de género y otras muchas cosas que, a lo largo de estos años, han ido conformando buena parte del ideario moderno nacional. Como en todo, se ha aprovechado la lícita reivindicación de la dignidad de la mujer para encontrar nuevos chollos de negocio (empezando por el zapateril Ministerio de Igualdad) e incluso para reclamar atrocidades tan salvajes como el aborto.
Sea como fuere, el Rey no ha profundizado en este tema, de modo que tampoco voy a hacerlo yo, al menos de momento.
El último punto que ha tratado el Rey han sido las relaciones internacionales de España. El discurso aquí era completamente previsible y ha seguido la línea que todo el mundo esperaba y que ya viene heredada del reinado de Don Juan Carlos: Europa, Hispanoamérica y los países árabes.

Don Felipe ha hablado de la integración en Europa y la necesidad de crear una Unión Europea fuerte, dentro de la que España debe jugar un rol importante. También ha destacado el papel de nuestra nación como puente entre Europa e Iberoamérica y nuestros lazos de unión históricos, culturales, lingüísticos y económicos. Esta posición estratégica a medio camino entre Europa y América le confiere a España un papel fundamental en la política internacional y debemos saber aprovecharlo. Seguramente no lleguemos nunca a una relación con los países hispanoamericanos al estilo de la Commonwealth, aunque sería muy deseable, pero de todos modos es crucial que sigamos estrechando lazos con nuestros hermanos americanos.
Por último, España ha sido siempre un puente también entre Europa y África –cosa que, por cierto, no he entendido nunca, pero es un hecho constatable-. ¡Cuántas veces hemos visto a Don Juan Carlos en compañía de su amigacho el rey de Marruecos! De hecho, una de las primeras visitas oficiales de Don Felipe está prevista para este mismo país.
Para terminar su discurso, Su Majestad ha reafirmado su amor por España y le ha pedido a ésta fidelidad a la Corona. Tengo que reconocer que el final ha sido magnífico. El Rey ha citado a Cervantes: “no es un hombre más que otro si no hace más que otro”. Simplemente fantástico. Esperemos que sepa estar a la altura que él mismo se ha impuesto y hacerse valedor de la más alta magistratura, que ya desde hoy le corresponde.

Ha terminado de nuevo con una referencia a esa España una, aunque no uniforme, despidiéndose con un: “muchas gracias, moltes gràcies, eskerrik asko, moitas grazas”.

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