Mientras todos se preguntan por qué, yo me pregunto ¿y por qué no?

martes, 17 de junio de 2014

Cuídate de la República...

¡CUÍDATE, ESPAÑA...!

¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…

César Vallejo

Este poema de César Vallejo (que murió en 1938) se presenta hoy sorprendentemente actual. El poeta peruano ya avisaba en aquél entonces del peligro que entrañaba la II República para España, y, desde luego no iba desencaminado.
Con la abdicación de Don Juan Carlos y la próxima proclamación de Felipe VI como rey de España se ha abierto -por mucho que los medios quieran esconderlo- el desgarrador debate: ¿monarquía o república?
Si España fuera un país europeo, yo me confesaría inexorablemente republicano. Una república me parece un sistema infinitamente más justo que una monarquía por derechos de sangre.
Sin embargo, España ha sido siempre un país sui generis. Aunque Europa debe buena parte de su esencia a la hispanidad, España siempre ha mirado las tendencias europeas como algo más ajeno que propio, y ha tratado de españolizarlo todo: desde los estilos arquitectónicos como el románico -español de pura raza- hasta movimientos literarios como el Modernismo, la expresión más hispana de un sentimiento europeo.
Y como todas las otras cosas de Europa, el concepto de república es distinto en España. Cuando en España se habla de República, no se habla de un sistema por el cual el Jefe del Estado es elegido democráticamente. O al menos no solamente eso. Cuando en España hablamos de República hablamos de banderas tricolores, de anticlericalismo, de revolución, de federalismo, de marxismo... es decir, cuando en España se habla de República, se habla de la Segunda República, una de las etapas más sangrientas y ominosas de nuestra historia colectiva.
Así, pues, si me preguntan, ¿derecho de sangre o democracia? Sin duda elijo la democracia. Democracia, sí, pero también rojigualda, y tradición histórica, y europeidad (lo cual no significa necesariamente unioneuropeismo), y doctrina social de la Iglesia, que es lo que necesita este país para superar las cruentas desigualdades y el dolor que provocan el liberalismo salvaje y cruel que convierte -como el marxismo- al hombre en un engranaje más de un sistema llamado Estado.
Por lo tanto, ¿monarquía o república? Yo abogo por la monarquía electiva, que me parece una forma elegante de españolizar el concepto de república sin sovietizarlo. Elijamos a nuestro Jefe del Estado, pero éste no tiene por qué dejar de ser un Rey. Simplemente elijamos un Rey. Mi diréis que eso es una república. En efecto, sin ninguna duda... pero España es tan guay que para hablar de República -entendiendo república como lo entiende todo el mundo- hay que cambiarle el nombre. Si no, mire usted por dónde, nos confundimos. Además, no me negarán ustedes que la estética de un rey siempre es más elegante que la de un presidente... aunque al fin y al cabo es lo de menos.
En resumidas cuentas, ni monarquía tradicional ni república soviética. Para dirigir la España de nuestro tiempo hace falta una república europea o -¿por qué no?- una monarquía electiva, como hacían los reyes godos cuando España todavía era España.
Pero, hoy por hoy, la República sería dolorosísima para nuestra nación. Imaginad por un momento una república a la Pablo Iglesias -o sea, marxismo, ideología de género y antieuropeidad-. En este aspecto me parece que tanto el PP como el PSOE han respetado muy noblemente el pacto de 1978.
Eso sí, el debate no está cerrado. Todo lo contrario, acaba de abrirse. Prepárese Su Católica Mjestad, porque, si todavía queda en España algo del espíritu político de la verdadera política, de ese espíritu que nos llevó a la europeidad y a la Transición,
Doña Leonor no heredará la Corona de España. Como mucho, llegará a ella a través de las urnas.
¡Y viva España!

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